lunes, 8 de septiembre de 2014

Habitación

"Acércate John, no tengas miedo. Es solo una mariposa... ven".

Un día más John abre los ojos en la que ha sido su habitación por los últimos 2 años. Mueve las manos en la oscuridad para tratar de saber en que parte se encuentra. No tarda mucho en notar que está en una esquina del cuarto.

Sus manos, juntas por las cadenas, suben hasta sus ojos y los soban con fuerza. Lentamente se pone de pie, acomoda las cadenas en sus tobillos e inicia su rutina matutina: 3 vueltas a la habitación, para no mantener los pies entumecidos, y silbar "Fly me to the moon".

¿Para qué? "Para conservar algo de cordura" pensaba John.

El olor a excremento y orines ya no le fastidiaban, se habían regularizado en sus días, ya no le importaba pisar sus desperdicios ni sentarse junto a ellos. La completa oscuridad de la habitación le daba ventaja a su imaginación, solo necesitaba pensar en otro lugar.

Había dejado de medir el tiempo hacía mucho, había dejado de preguntarse "¿por qué a él?" o "¿Dónde estoy?" para no perder la cabeza. Pero ya se hacía inevitable.

Una y otra vez el mismo espacio, los mismos muros, los mismos olores, la misma oscuridad. Las horas son minutos y el día y la noche no existen. Solo oscuridad devastadora. Y en la oscuridad John se vuelve a sentar hasta quedarse dormido.

"... te... quiero..."

Una vez más John  despierta. 
Pero esta vez, un poco de luz blanca lo ciega y le lastima los ojos.
Cada cierto tiempo, alguien entra en la habitación, limpia un poco y deja algo de comida. Nunca habla. Y John nunca puede acercarse porque sus cadenas no son lo suficientemente largas.
La puerta se cierra y la oscuridad vuelve a cubrir todo.

Una y otra vez exactamente lo mismo. Despertar, caminar silbar, dormir. Despertar, caminar, silbar, dormir, Despertar caminar, silbar, dormir. Despertar, caminar silbar, dormir. Despertar, caminar, silbar, dormir, Despertar caminar, silbar, dormir.Despertar, caminar silbar, dormir. Despertar, caminar, silbar, dormir, Despertar caminar, silbar, dormir.

De pronto la luz blanca vuelve. Entra alguien. Esta vez parece no estar interesado en limpiar nada. Se acerca lentamente a John. Le acaricia el rostro y le dice: "He venido por ti. Te estuvimos buscando. Ya se acabó todo. Déjame llevarte a casa".

John todavía no terminaba de entender. 
¿Estaba alucinando? ¿Por fin había perdido la cordura? ¿Estaría la libertad tan cerca?
Su rostro se mantenía sin expresión, ligeramente iluminado por la luz que venía de la puerta abierta. Unas lágrimas rodaban por su rostro. John recordaba a su madre, su novia, su perro, el parque, las largas caminatas y el té helado que tanto le gustaba. Su antigua vida parecía estar acariciándolo. Solo hacía falta esperar.


Esperar y esperar. Su salvador parecía no volver. Y empezaba a dudar si era todo verdad.
De pronto unos pasos se escuchan. Se acercan a la puerta. John con una sonrisa espera ver quién es.

No ve nada, solo una silueta que cierra la puerta.

Y John se queda nuevamente envuelto en la oscuridad.


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